La inteligencia resuelve los problemas y produce dinero

«La inteligencia resuelve los problemas y produce dinero», afirma con acierto Robert T. Kiyosaki en Padre Rico, padre Pobre: Qué les enseñan los ricos a sus hijos acerca del dinero, ¡que los pobres y la clase media no! Es una obra que recomiendo leer sobre todo a quienes cuyo principal deseo sea convertirse en millonarios, pero también a cualquier otra persona porque, sin que esa sea la meta de su vida, aprenderá a evitar los problemas financieros.


Kiyosaki trata esta cuestión desde una perspectiva práctica, sencilla pero efectiva. Sin embargo, lo más importante es que, a nivel ideológico, contribuye también a cambiar el modo en el que suele entenderse erróneamente la riqueza: no son las propiedades materiales sino la manera de pensar lo que hace ricas o pobres a las personas o, dicho de otro modo, cómo usan y enfocan su inteligencia. Esto coincide también con el concepto de riqueza del PDG:

«El único medio para generar riqueza material es una cualidad inmaterial: la inteligencia. […] Desde el mismo momento en el que aquel ser humano primitivo comprendió que, a través de la aplicación de su inteligencia, podía manipular y transformar los recursos en su propio beneficio, surgió también la capacidad de generar una mayor riqueza. […] Es el capital humano y no el capital material la principal fuente de riqueza del ser humano».

Comprender de manera correcta cuál es la verdadera fuente de riqueza, también es fundamental para adaptar los modelos sociales y políticos obsoletos por otros más eficientes y capaces de solucionar los problemas globales del siglo XXI. Por tanto, es un conocimiento valioso no solo para beneficio propio, sino también general.

Asimismo, y sin que contradiga lo anterior, no deja de ser menos cierto que «no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita». Esta reflexión de Buda es igual de crucial tenerla en cuenta, porque quienes tienen más dinero no significa que sean más importantes o felices que otros con menos, ni tampoco que sean más inteligentes o exitosos porque, por poner un ejemplo, ¿qué pasaría si todos sin excepción nos dedicáramos exclusivamente a los negocios? Para empezar, nuestra esperanza de vida decaería hasta situarse en torno a los 15-20 años; sin médicos ni científicos, esa es la media para un ser humano… Y es que el bienestar y progreso individual es consecuencia también de la sociedad. Como se indica en el PDG:

La cooperación entre individuos permitió que se produjera otro hito esencial para la generación de riqueza: el reparto y especialización de tareas. Cuanto más grande fuera el grupo, mayor sería la cantidad de recursos que podría gestionar, facilitando al mismo tiempo que sus integrantes pudieran enfocar su inteligencia a un sector en concreto y, de este modo, propiciar innovaciones que repercutirían en el progreso de todo el conjunto.

No se debe medir, por tanto, el éxito y la riqueza de las personas exclusivamente por criterios financieros, ni tampoco por encima de otros igual de importantes y necesarios ―como son los sociales, políticos, científicos, artísticos, sanitarios o humanitarios, por citar solo algunos―, ni mucho menos la felicidad, ya que es una emoción y no un objeto. En este punto, sí discrepo bastante del padre rico de Kiyosaki. Cada uno tiene su propio camino hacia la realización personal: ni todos los millonarios son felices, ni todos los asalariados desdichados. Pero, lo que sí es innegable, es que la principal fuente de riqueza del hombre es su inteligencia. Y de su felicidad, me atrevería a decir que conocerse a sí mismo, como descubriría Nair en el oráculo de Delfos.