«La gente cree que para ser barrendero hay que ser feo y también creen que soy demasiado guapa para hacer esto, pero yo no pienso nada de eso. A mí no me avergüenza dedicarme a esto y creo que es tan respetable como cualquier otro trabajo».
Pues no puedo estar más de acuerdo con su forma de pensar, y al mismo tiempo estar en total desacuerdo con quienes creen que existen profesiones más dignas que otras; para que una persona pueda realizar una tarea, es preciso que otras realicen otras, desde las más básicas a las más complejas, solo así se pueden cubrir todas las necesidades que una sociedad requiere. Es un hecho tan evidente que, cuando una persona mira a otra por encima del hombro, se está poniendo en ridículo, y eso en el mejor de los casos. Son todos los miembros de una sociedad los que contribuyen con su trabajo a su bienestar, progreso y desarrollo, y lo que procede por tanto es miradas de agradecimiento.