Pero lo más curioso de todo esto, aparte del número dos, es que hubo un tiempo en el que, cuando veía que salían obras de un autor muy seguidas —como puede ocurrirme a mí en algún momento del 2010—, pensaba que no las había escrito él. Sin embargo, era difícil de imaginar por aquella entonces que el escritor y sus obras viven en mundos temporales distintos. Lo que éstas viven como presente, para el que las crea es ya un pasado lejano. Es como contemplar las estrellas: están ahí, pero lo que vemos ya sucedió hace tiempo. Acabo de consultar la ficha del Registro de la Propiedad Intelectual: El bazar de los sueños (4 de julio de 2007) y Las preguntas de Nair (4 de septiembre de 2007), ¡y qué curioso de nuevo! Las registré el mismo día, 4, ¿y no es múltiplo de...?
Un año puede terminar en diferentes fechas, según lo que se tome de referencia: puede ser un 31 de diciembre al completarse el calendario; un 21 de septiembre con el fin del verano; o en junio con el del año académico. Para mí, en lo profesional, acaba hoy. Haciendo balance, ha sido un buen año, un año número dos: dos obras publicadas, El bazar de los sueños y Las preguntas de Nair, otras dos ultimándose (ya está en la web de Edimáter la portada, sinopsis y algunas ilustraciones interiores de Este circo es un desastre), otras dos en proceso de edición (Crónicas de la Ciudad Dorada y La maldición del castillo desencantado), dos en concursos, dos en departamentos de lectura y dos contratos firmados para ediciones entre finales de 2010 y principios de 2011. En total, entre las obras publicadas (8) y las que andan por ese limbo que antecede a su impresión (10), suman 18.
Lo cierto es que tenía pensado alargar este 2009 un poco más rematando dos obras infantiles que había planificado presentar a otros dos concursos, pero he decidido mejor dejarlo para el año que viene y embarcarme ya en un nuevo viaje a la época de los samurais. Hace tiempo que no escribo novela, y hay cuatro que me están llamando y que tengo necesidad de vivirlas, por lo que voy a tomarle de nuevo el pulso a narrativa.
Pero lo más curioso de todo esto, aparte del número dos, es que hubo un tiempo en el que, cuando veía que salían obras de un autor muy seguidas —como puede ocurrirme a mí en algún momento del 2010—, pensaba que no las había escrito él. Sin embargo, era difícil de imaginar por aquella entonces que el escritor y sus obras viven en mundos temporales distintos. Lo que éstas viven como presente, para el que las crea es ya un pasado lejano. Es como contemplar las estrellas: están ahí, pero lo que vemos ya sucedió hace tiempo. Acabo de consultar la ficha del Registro de la Propiedad Intelectual: El bazar de los sueños (4 de julio de 2007) y Las preguntas de Nair (4 de septiembre de 2007), ¡y qué curioso de nuevo! Las registré el mismo día, 4, ¿y no es múltiplo de...?
Pero lo más curioso de todo esto, aparte del número dos, es que hubo un tiempo en el que, cuando veía que salían obras de un autor muy seguidas —como puede ocurrirme a mí en algún momento del 2010—, pensaba que no las había escrito él. Sin embargo, era difícil de imaginar por aquella entonces que el escritor y sus obras viven en mundos temporales distintos. Lo que éstas viven como presente, para el que las crea es ya un pasado lejano. Es como contemplar las estrellas: están ahí, pero lo que vemos ya sucedió hace tiempo. Acabo de consultar la ficha del Registro de la Propiedad Intelectual: El bazar de los sueños (4 de julio de 2007) y Las preguntas de Nair (4 de septiembre de 2007), ¡y qué curioso de nuevo! Las registré el mismo día, 4, ¿y no es múltiplo de...?